domingo, 14 de febrero de 2010

Episodio 38: La revelación de Mar

Mar: Verás, cuando salí del sótano, lo primero que hice fui ir a la comisaría, allí me despedí de Joe y los demás. Luego, volví a casa de mi tía. Había muerto hacía dos años. Pasé allí dos días, hasta que descubrí entre unos libros una carta donde me dejaba su herencia, que no era demasiada, pero al menos me daba su casa, y tenía un sitio donde dormir. He pasado estos años allí, deambulando de un sitio a otro, sin saber muy bien lo que quería hacer con mi vida, he pensado mucho en ti, Blanca. ¿Sabes? Me sorprendieron tus ganas de seguir adelante, creo que eres una persona con mucho valor y fuerza. Lo estuve pensando mucho, y se que me diste una segunda oportunidad. Yo no creo en dios, no creo en nada, simplemente en mí y poca cosa más... pero si en verdad existe algo o alguien, me dio una segunda oportunidad, y no quise desaprovecharla. Así que empecé a trabajar de camarera en un restaurante cerca de la ciudad y me matriculé en sociología en la universidad. ¿Y sabes? No creí que me fueran tan bien las cosas, he conocido a alguien muy especial para mí, además tengo amigos, y eso me hace saber que las cosas pueden cambiar... Estaba contenta conmigo, e inmensamente agradecida a ti y Marcos por liberarme de ese infierno... Quería volver a veros y daros las gracias por todo. Había escuchado que mi padre estaba en prisión, y eso fue una liberación para mí, pero María no, aunque yo no quería volver a saber nada más de ellos, asó que no me importaba saberlo o no, simplemente quería reemprender mi vida, nada más.

El primer año estuvo bien, mi vida cambió por completo, yo cambié, era una persona totalmente diferente, incluso me apunté a pilates, ¿puedes creértelo? En fin, es una lástima que no sepamos apreciar lo que tenemos cuando está en nuestras manos...

Un 22 de febrero, hacía un año y medio des de lo del sótano, volviendo a casa después de trabajar, pasé por el parque que hay en la afueras de la ciudad. Hacía mucho frío y una niebla muy densa, y pasé al lado de un banco, donde había una persona sentada, con una enorme chaqueta de pelo largo y capucha que le tapaba la cara. No le di importancia, hasta que escuché su voz. Era ella, María.

María: Cuanto tiempo sin vernos, ¿verdad?

Mar: Se quitó la capucha, y vi una cara demacrada, blanca, cansada, nunca olvidaré aquella vez que la vi, parecía una persona mucho más terrible y peligrosa que la última vez que la había visto, parecía... sedienta de venganza. Me dijo que me había estado espiando todo ese tiempo, sabía todo lo que hacía y las personas que me rodeaban. Supe al instante que quería algo de mí. Quise correr, pegarle o llamar a la policía, pero todos aquellos intentos hubieran sido inútiles con ella. Así que la miré un momento a los ojos, mientras ella reía sádicamente, y decía: "Quiero que hagas algo por mí" Me reí, ¿acaso creía que simplemente diciéndome eso yo aceptaría tranquilamente? ¡Ella era la causa principal de mi sufrimiento, de que mi vida fuera un infierna des de que ella apareció en mi vida! Pero no pude negarme, porque me tenía entre la espada y la pared, iba muy en serio cuando dijo que haría cualquier cosa para que aceptara su oferta, incluso matar a mis amigos. Entonces, supe que aún estaba enamorada de Marcos, y que nunca había odiado con tanta intensidad como te odiaba a ti, Blanca. Supongo porque Marcos te eligió a ti, quien sabe. En fin, quería que le consiguiera la Litania, ¿sabes lo que es?

Asentí con firmeza.

Mar: Ella sabía que la persona que más quería yo, de la que me había enamorado, era Juan, aun es la persona que más quiero... sin embargo... antes quiero pedirte perdón, perdón por haber formado parte de que tu sufrimiento...

No supe a lo que se refería.

Mar: Juan esta haciendo medicina, pronto acabará la carrera, y María lo sabía, sabía que allí tenían muestras de la nueva citania, que la estudiaban, y que si yo le preguntaba por ella, Juan no dudaría en darme una muestra, sin importar muy bien para que era, pues él siempre ha confiado en mí. Pero yo lo defraudé, le pedí la citania y se la di a María, sin querer saber para que la quería. Desgraciadamente, aquello no acabó allí. Tenía una vaga idea de que quería utilizarla con vosotros, y a pesar de ello, quise lavarme las manos lo antes posible, por el miedo a derrumbar la vida que tanto me había costado crear. Pero María me obligó a ir con ella, y con mi padre, con el que odiaba con todas mis fuerzas. Simplemente me encerraron a las fuerza a una habitación de un motel que había a las afueras. Era un motel muy feo, destrozado, pero que aún seguía funcionando. Las paredes eran amarillentas, los colchones tenían polvo, y ni siquiera había luz. Me dejaron allí durante tres días. Sin darme de comer, al menos podía beber del grifo, pero aún así estaba muy debilitada. Estaba tumbada en la cama cuando la puerta se abrió de repente, me asusté y me acurruqué, vi como mi padre y María arrastraban un cuerpo lleno de sangre en la cabeza e inconsciente, me apartaron de la cama tirándome al suelo, y pusieron encima el cuerpo. Me levanté lentamente, sucia, sin fuerzas, pero me horroricé al ver que el cuerpo que estaba tendido en la cama era ni más ni menos el de Marcos, recuerdo que nunca antes había tenido tanta impotencia. Porque al menos, cuando estaba en el sótano, no tenía futuro, y solo rezaba para que aquel infierno acabara, aunque fuese con mi muerte. Pero cuando salí, volví a revivir, a sentir la vida dentro de mí... ¡a ser yo misma! ¡Volvía a sentir la vida, a tener emociones! Entonces, cuando vi a Marcos allí, no pude más que llevarme una mano en la boca y dejarme caer, viendo como le quitaban la camiseta e intentaban revivirlo, tuve tanto miedo... creí que estaba muerto, ¡realmente parecía un muerto! Y sentí una extraña tristeza, mucha impotencia, porque os estaba tan agradecida... yo quería deciros gracias, ¡gracias por devolverme a la vida! Pero creí que a él nunca más se lo podría decir... como si él hubiera tenido el destino que solo me tenía que tocar a mí... Pero no tuve mucho tiempo para dramas, ya que mi padre me cogió por el brazo y me obligó a acercarme a Marcos, María me miró con sus ojos fríos, y me padre, a la oreja dijo: "cúralo" Lo miré sorprendida, ¡yo no tenía conocimientos en medicina!, solo los básicos y los que Juan me había enseñado, pero nada del otro mundo y mucho menos por alguien que había estado atropellado. Pero asustada por ellos, le tomé el pulso, y sentí un gran alivio al ver que aun estaba vivo. Entonces, le miré el golpe en la cabeza, y vi que no era tan profundo como parecía, ni siquiera le había afectado el cráneo, esto era muy buena señal. Tenía unas costillas rotas, y no respiraba. Así que tuve que hacer una serie de respiraciones forzadas hasta que respiró por él mismo, aunque aún siguió inconsciente. Pero sabía que en unos días se despertaría. Se lo hice saber a ellos, y María pareció alegrarse. Me obligaron a cuidarlo, le daba de beber, pero les pedí que me trajeran suero y tubos intravenosos, era primordial, María se fue por unas horas y volvió con suero, tubos, vendas y un sinfín de instrumentos de trabajo, que dejó encima de la mesita de noche. Y así pasaron tres días, ellos salían y entraban cuando querían, mi padre salía temprano y no volvía hasta muy tarde, hasta que el tercer día, cuando Marcos se despertó, yo estaba sola con él. Me habían traído algo de comer, pero aún estaba sola, y sí, hubiera podido coger suero para mí y escapar de allí, pero no podía dejar a Marcos solo con esos monstruos. Le debía una muy grande. Cuando despertó, me alegré de ver que no había sufrido ningún mal mayor, sus costillas aún estaban rotas, pero lentamente sanarían, y cuando despertó, no sabía donde estaba, se asustó, lo primero que hizo, fue preguntar por ti...

Una lágrima cayó por mi mejilla, pero seguí escuchando.

Mar: Le conté con pocas palabras como había llegado hasta allí, y quiso levantarse en seguida, quería verte, y tenía miedo de que te hubiera pasado algo. Pero no pudo, aun estaba muy débil, y se quedó en la cama, en ese momento entró María, parecía asustada, nerviosa, pero al descubrir que Marcos estaba despierto su cara se relajó, se sumió de alegría y se acercó a él. Éste lo miraba con un odio increíble, María le acarició la cara y dijo "Por fin despiertas, cariño". Pero Marcos solo apartó la cara "¡Como pudiste hacer esto, eres un monstruo! ¡Eres la peor persona que he conocido en mi vida!" María se enfadó tanto que le pegó una bofetada. "Serás desagradecido, ¡todo esto lo he hecho por ti, por los dos!" Marcos la miró con miedo. "¿Cuántas veces tendré que decirte? ¡Te odio!"

En ese momento, María gritó como una loca y empezó a golpear los muebles de la habitación, me asusté, pero finalmente se tranquilizó un poco, sacó algo de su bolso y cogió con fuerza el brazo de Marcos. Éste quiso deshacerse de sus manos, pero María me obligó a ayudarla, y cuando el brazo de Marcos estuvo inmovilizado, María le inyectó anestesia. Al ver la cantidad que le ponía me alarmé, pues mucha cantidad de anestesia puede provocar la muerte, así que la miré asustada y dije: "¡Basta, vas a matarlo!" Ella siguió. "¡María, ya está dormido!" María paró en seco y quitó la aguja de su brazo, sudando, tiró la jeringuilla al suelo y se sentó cerca de la chimenea, intentando relajarse. Comprobé el pulso de Marcos y por suerte vi que no iba demasiado lento, no le había metido una sobredosis de anestesia. Estaba aterrorizada, ni siquiera sabía porque le había hecho eso a Marcos, pero lo más extraño era que mi padre aún no había llegado. Me acerqué a María lentamente y pregunté con miedo: "¿Dón-de es-ta pa-pá? Ella, sin girarse, mientras se sacaba un cigarro del bolso, dijo "Lo han cogido" Aquello fue un gran alivio para mí, y por un momento, creí que aun habría alguna posibilidad de salir, pero justo al pensar eso, María se levantó de la silla y me miró fijamente, reculé unos pasos mientras ella se acercaba. "¿Te alegras?" No dije nada, simplemente desvié la mirada, hasta que vi como se sacaba algo y me lo tendía, era la citania. Abrí los ojos desmesuradamente y negué. "No, no voy a hacerlo" Dije temblando. Pero ella se sacó una pistola y nerviosa dijo: "Por supuesto que vas a hacerlo" "María, ¡no sabes lo que haces, sé que crees que eso le hará olvidar a Blanca, pero también se olvidará de ti!, la citania borra los buenos y los malos momentos1" Ella simplemente sonrió y dijo: "Lo sé, pero la diferencia es que yo podré empezar de cero con él, se enamorará de mi, volveré a empezar, y nunca sabrá lo que pasó, será un nuevo comienzo". Le rogué que no lo hiciera, me puse de rodillas, cerré los ojos mientras las lágrimas caían, pero ella simplemente me cogió del pelo, su pistola apunto mi sien, y me obligó a coger la botellita negra. Yo... dios, lo siento Blanca... ¡no quería hacerlo! ¡De verdad! simplemente... no pude hacer nada más...

Mar se llevó las manos en la cabeza, destrozada, respiró profundamente y siguió.

Mar: Se la puse, luego, María se relajó por completo, estaba contenta por lo que acababa de pasar, y yo no podía más que pedir perdón en silencio a un Marcos que nunca más se acordaría de mí... Recuerdo que aquella noche, María trajo más comida de lo habitual, y me dio a mí más de la mitad. "Toma, come un poco, mañana nos vamos a ir del país" Aquellas fueron sus palabras, y mis ojos se abrieron de la sorpresa. Ante mi cara de sorpresa, ella dijo "Que, no querrás que os cojan, ¿verdad?" Empecé a temblar. "Pero María... ¿yo no puedo irme ya?" Ella se rió "No, sabes demasiado, además, si a mi me cogen, a ti también, porque le has inyectado a Marcos algo en contra de su voluntad y una medicina que ni siquiera está en el mercado, ¿crees que estás libre de cargos? Anda ya, no me hagas reír, eres tan culpable como yo, empezaremos de cero, de nuevo otra vez lejos de aquí, en los Ángeles, allí nadie nos conoce, será fantástico, ahora todo va a salir bien, y lo se porque Marcos por fin será mío, no hay más que decir". Recuerdo que aquella noche, no pude dormir, mientras oía los ronquidos de María, yo me sumía en la absoluta melancolía y tristeza, ¿que podía hacer? ¿De verdad no podía intentar nada? ¡Por supuesto que sí! Aquella noche había recuperado muchas fuerzas gracias a la cantidad de comida que María había llevado. ¿Pero y Marcos? ¿Que haría con él? No podía dejarlo allí sin más... A la mañana siguiente, María ya quería dejar el motel, pero Marcos aún no había despertado, sabía que solo eran cuestión de minutos que se despertara, pero le dije a María que no se despertaría hasta la tarde. Era muy temprano, el sol aún no había salido, y María decidió ir al aeropuerto a comprar los billetes. Aquello fue una oportunidad única. Al irse, cogí el dinero que mi padre guardaba en una caja metálica, y me la puse en el bolsillo, justo antes de que Marcos despertara. Me acerqué a él nerviosa, quizás esperando que no fuese la citania lo que le había inyectado y se acordara de todo... pero se asustó tanto al verme allí y en un lugar desconocido que gritó. Intenté calmarlo, y explicarle un poco lo que había pasado. Él no se creyó nada, y tuve que hablar demasiado, perdiendo un tiempo muy valioso. Al final lo convencí para que nos fuéramos de allí, aceptó confuso y algo débil, por lo que le ayudé a caminar hasta llegar a la carretera y pedir un taxi. Fue algo extraño, porque pasamos por una playa pequeña, aunque bonita, cerca de un hostal, y mirando por la ventana esa playa, Marcos pidió al taxista que parara. "Conozco esa playa... no sé de que, pero sé que la recuerdo" Nos paramos allí, y lo seguí. Él simplemente se quedó mirando el mar, confuso, y sentí tanta pena por él que hubiera podido morir. Intenté sonreírle, y nuestras últimas palabras fueron: "Ahora nuestros caminos se separan, siento lo que te he hecho, espero que algún día puedas perdonarme, aunque no sepas quien soy ni lo que te he hecho, también te agradezco todo lo que has hecho por mí, te deseo lo mejor, y mucha suerte... adiós Marcos..."

Luego me fui, dejándolo allí. Yo me fui a París, allí no me encontraría nunca, y volvía a empezar, hasta que vi en el periódico la historia de una de las asesinas más peligrosas de España, salía una biografía breve de María y sus asesinatos a los largo de su vida, la mayor noticia era que la habían encontrado y encarcelado, eso me dio el valor de volver a España y encontrarte... El resto de la historia creo que la sabes...

Tenía la cara mojada por las lágrimas, y María cogió una de mis manos, negué con la cabeza y dije:

Blanca: No es culpa tuya... te doy las gracias por haber intentado ayudar a Marcos, si no fuera por ti, quizás todo hubiera sido mucho peor... Ahora entiendo por qué había el colgante de Marcos en el cuerpo incinerado, María se lo había cogido para recrear la muerte de Marcos y que la policía no lo buscara...

Mar: Exacto.

Sonreí débilmente, con el corazón hecho trizas... al final, Marcos había sufrido mucho más que yo... y eso me dolía más que nada...

Blanca: Entonces... ¿ya no hay nada que hacer?

Mar: ¡No digas eso! ¡Yo sé que tú eres fuerte, que puedes conseguirlo! Mira Blanca, dicen que no hay antídoto para la citania, ¿pero y si no fuera así? Al fin y al cabo, es una medicina muy reciente, no saben todos los efectos que pueden acarrear, ni las consecuencias...

Me despedí a Mar con el corazón en la mano, y no fui capaz de sentir en mi interior sus disculpas y su agradecimiento por lo que habíamos hecho por ella, me dijo que si necesitaba algo de ella, que no dudara en llamarla, había vuelto a la casa de su tía, volvía a estudiar en la universidad.

Antes de ir a mi casa, me dirigí a casa de Laura y Joe, que me recibieron con un abrazo cálido, silencioso, tierno. Lloré a los hombros de Laura hasta el anochecer, ¿porque Marcos? ¿En verdad podría haber alguna solución para todo aquello?

Laura: Blanca, no desfallezcas, ¡tú eres la única que puede hacerlo volver a nosotros! No te rindas, ¿de acuerdo?

Blanca: ¿Y que se supone que debo hacer? ¿Y si no hay solución?

Laura me miró seriamente:

Laura: Blanca, ¿quién dice que no hay solución? ¿Acaso conocen todas las salidas que tiene ésta medicina? ¿Y que pasa contigo? ¿No es mejor luchar, y seguir buscando una solución que quedarse de brazos cruzados aunque la gente te diga que no hay nada que hacer? Al menos, morirás pensando que lo has intentado, sino, serás infeliz para toda tu vida, ¿eso es lo que quieres? ¡Yo se que Marcos confía en ti, que ese Marcos que te ama sigue escondido dentro de él, esperando que lo despiertas, anhelando tu regreso, que le abras sus ojos!

Blanca: ¿Y cómo se supone que debo hacerlo?

Laura: ¿Qué es más poderoso que el amor? ¿Confías en él?

Blanca: Sí, con todas mis fuerzas.

Laura: ¡Entonces, da todo lo que tengas para hacer que vuelva a tu lado!

Me abalancé a los brazos de Laura, dándole las gracias por sus palabras, por devolverme una pequeña esperanza que me ayudara a iniciar mi lucha, agradeciéndole que fuera mi mejor amiga...

Ella me abrazó con fuerza, y finalmente, me fui a mi casa, con una pequeña luz en mi corazón, rezando para que mi mayor anhelo se hiciera realidad, ¿podría conseguirlo? Marcos, ¿escucharía mi voz? ¿Podría oír mis gritos, mi amor por él?

Continuará...

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