viernes, 22 de enero de 2010

Episodio 31: Una sorpresa embarazosa

Todo era tan confuso que apenas podía pensar, me quedé allí durante un cuarto de hora, oyendo el tic-tac del reloj, sin acabar de poder comprender que estaba esperando una niña... ¿Acaso eso sería para compensar la muerte de Belén? No, ¿cómo podía pensar algo así? Pero era una niña... yo siempre había soñado tener una niña cuando fuera más mayor. ¿Pero que tenía que hacer? María había escapado con su padre... y quizás, si su padre supiera lo que había hecho María, si nos conociera... entonces sí que estaríamos todos muertos. Oía la voz de trasfondo de la tele del despacho, y de pronto, oí mi nombre entero.

Reportera: Blanca Dunou, la joven modelo inglesa fue encontrada bajo los escombros de éste hotel abandonado. Están en busca y captura de los supuestos culpables, pero aún no los han encontrado.

Me fijé en la pantalla y vi habitaciones vacías del sótano, filmaron la habitación de torturas y tuve que pararlo para no recordar aquellas malas experiencias. Pero no pude evitarlo, recordé aquellos cuerpos mutilados y colgados en las habitaciones... y las náuseas me sobrecogieron. Me dirigí corriendo al baño, pero no llegué a tiempo y vomité en el pasillo, muy cerca de mi habitación. Marcos, que estaba dentro de la habitación, oyó las arcadas y vino corriendo, me trajo papel y me ayudó a limpiarme. Las enfermeras vinieron enseguida, y limpiaron aquello al acto obligándonos a volver a nuestra habitación. Marcos pasó unas manos pos mis brazos, y cogió una de mis manos.

Marcos: ¿Estás bien? Estás tan pálida...

Sonreí con esfuerzo, intentando no recordar ni decir la única palabra que me venía a la mente: Embarazo. Él, me devolvió su sonrisa iluminada, y me atrajo hacia él.

Blanca: Marcos... ¿crees que algún día podremos llegar a ser felices?

Él, extrañado, me apartó un mechón de pelo de la frente, y con ojos tiernos me dijo:

Marcos: Yo ya lo soy, ya te lo dije una vez, no importa lo que pase, mientras esté contigo, seré feliz...

Blanca: Pero... ¿y María?

Marcos: Vamos, no te preocupes por ella, estará una buena temporada sin poder acercarse a nosotros...

Me tiró de la muñeca y nos dirigimos al patio trasero del hospital. Me acarició el brazo, el cuello, las mejillas, y aquello me recordó las veces que nos amamos con tanta pasión... Su cara se acercó demasiado a la mía, y un susurro me ruborizó.

Marcos: Tengo una sorpresa para ti...

Lo miré con curiosidad.

Blanca: ¿Y que es?

Marcos me hizo cerrar los ojos, y suspirando le obedecí, pronto noté algo frío en mi cuello, pero supe sin abrir los ojos lo que era.

Marcos: No te lo di antes por todo lo que pasó...

Volví a abrir los ojos, y vi en mi cuello el collar que Marcos me regaló una vez, el que me arrebató María, y por primera vez sonreí de verdad después de todo aquel infierno... Marcos me guiñó un ojo y sus manos volvieron a jugar conmigo.

Marcos: Ahora sonríes de verdad, no como antes...

Me reí, y algo sonrojada dije:

Blanca: Creo que me empiezas a conocer de verdad

Marcos me sonrió de manera pícara.

Marcos: ¿Y eso te asusta?

Lo cuestioné.

Blanca: ¿Debo asustarme?

Él se lo pensó un momento y finalmente dijo:

Marcos: Mm, pues yo me lo pensaría un poco...

Le pegué un codazo mientras él se reía. Entonces volvía mirar el cielo, con esa luna llena tan bonita.

Blanca: No sé... si algún día, la herida por la muerte de Belén sanará en mi corazón...

Marcos se unió a mí, observó las estrellas, y con su suave y seductora voz dijo:

Marcos: Claro que lo harás... Yo ahora mismo, sufro igual que tú, los dos la queríamos como si fuera hija nuestra, pero la vida sigue, y aunque lo que ha pasado no es justo, Belén seguro que está en un sitio tranquilo, segura de que nosotros éramos sus papás, porque lo éramos.

Blanca: ¿Tú crees?

Marcos: No, estoy seguro. El tiempo es el único médico que puede curar éstas heridas, y seguro que a ti te tiene enchufada y te cura antes.

Lo miré suspirando, por haber estropeado aquel momento tan bonito con aquella broma, pero él solo quería hacerme reír, él era siempre el que me consolaba, el que cuidaba de mí... Pero de pronto, sus palabras me pusieron nerviosa.

Marcos: Además... ya tendremos tiempo de tener hijos. Por que tendremos hijos, ¿no? Y si tenemos una niña, la llamaremos Belén

Blanca: ¿Belén?

Marcos: Por supuesto. La primera hija que tengamos, tendrá el nombre de Belén, para conmemorarla por la gran personita que fue ella...

Mis ojos se enternecieron al oír decir aquello. Y él, al verme así sonrió, se acercó y pasó su mano por mi cintura.

Marcos: Bueno, si quieres podemos empezar ahora...

Blanca: ¡¿Eh?! ¿Que haces?

Marcos pasó sus labios por mi oreja, provocándome un cosquilleo irresistible.

Marcos: Vamos, hace tiempo que tu y yo…

Me sonrojé e intenté deshacerme de él, pero él solo jugaba conmigo, dejaba que me escurriera entre sus brazos para luego volver a coger.

Blanca: Marcos, ¡para ya!

Marcos: ¿Qué pasa? ¿Ahora te avergüenzas?

Blanca: No es eso, es que ahora no me apetece… con lo de Belén y todo… aun es muy reciente…

Él sonrió y me soltó, se tumbó en la hierba mirando la luna, con las manos detrás de la cabeza, y lo miré extrañada. Él suspiró y dijo.

Marcos: Tienes razón, aun es pronto, ya tendremos tiempo para pensar en bebés, aunque, con las veces que lo hicimos, es raro que no estés embarazada. Ni siquiera usamos protección.

Aquello me cogió desprevenida, y me giré de espaldas a él, avergonzada, intentando que no se diera cuenta. Pero noté como me tiraba de la muñeca y caí al suelo, encima de él. Sus ojos derrochaban tanta ternura que apenas podía acapararla. Sus manos pasaron entre mis cabellos y sus ojos me miraron profundamente.

Marcos: No importa, todo carece de sentido y del valor que le pueda dar a las cosas si tú está conmigo. Porque ¿sabes lo que es mas importante?

Blanca: ¿El qué?

Él sonrió, se rió de mí por no saberlo.

Marcos: Que estemos juntos, pase lo que pase. Nunca hubiera podido imaginar que podría encontrar la felicidad al lado de alguien tan tiquismiquis como tú.

Mis ojos se entrecerraron y lo miré cuidadosamente.

Blanca: ¿Tiquismiquis yo? No empecemos con el juego de adjetivos que te gano.

Marcos: Inténtalo.

Dijo mientras pasaba una mano por mi sien.

Blanca: Despreocupado, tonto.

Marcos: Pija, llorica.

Abrí la boca por sus palabras y le golpeé el pecho con las manos.

Blanca: ¡Oye! ¡Eso no vale! Yo no soy pija, te inventas las palabras.

Él asintió dando a entender irónicamente que él pensaba lo contrario.

Blanca: Pues ahora estás castigado, por haberme dicho esto.

Y antes de que él preguntara cuál era el castigo empecé a hacerle cosquillas, cosa que lo hizo mover como un loco.

Marcos: Vale, vale, no eres pija, eres dulce, ¿así?

Asentí contenta mientras él seguía riendo.

Blanca: Pero sigues siendo igual de tonto.

Él asintió.

Marcos: Un chico tonto con una chica llorica, bueno, no está mal, ¿tu que crees?

Suspiré por lo que había dicho y finalmente, le acaricié su cara con mis manos, con nuestros rostros tan cerca que notábamos el aliento del otro, fresco.

Blanca: Hasta el final…

Y dicho eso, mis labios se acercaron delicadamente a los suyos, con suavidad, pero con una pasión y amor que me llenó de vida, como si me diera todas las fuerzas necesarias que me faltaban, para reafirmar mi decisión, para alejarme de él para siempre a pesar de sufrir los dos, porque como había dicho él, el tiempo, y solo él, era capaz de curar las más grandes heridas del corazón… Lo del embarazo, nuestra hija, sería un secreto, algo que me llevaría conmigo, y aunque fuera muy egoísta, estaba convencida de que aquello, evitaría el sufrimiento más grande de marcos, porque sabía que le haría daño al irme, pero mucho más si me quedaba...

...Y pensé que quizás aquel beso, fuera el último que nos podríamos dar…. Hasta el fin de nuestros días

Continuará…